El burro de Milei

*Ex Ministra de Educación de Santa Fe y actual diputada provincial (Fte. Amplio por la Soberanía)

Opinión Claudia Balagué*
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Empezó el ciclo lectivo en las provincias que faltaban, y la Argentina toda espera que se pongan sobre la mesa, al menos criterios y definiciones que se tomarán para recuperar la educación: recuperar estudiantes, aprendizajes, condiciones edilicias, condiciones de trabajo docente. Pero el presidente no llevó nada de eso al acto que protagonizó en la escuela de su infancia: llevó, en cambio, una burda broma de burro.

La figura es significativa porque es un chiste sexual y machista, totalmente fuera de contexto escolar, pero también como símbolo de lo que fue ese, su primer encuentro con la comunidad educativa como presidente de los argentinos: un cambalache.

El mediático, que pretendió atribuirse aires de Steve Jobs en Stanford, quiso componer la escena escolar con su hermana a la derecha y abanderados alrededor, un decorado viviente que literalmente comenzó a desplomarse cuando la situación de nervios y exposición se prolongaba sin registrar sus necesidades. El segundo estudiante se desmayó en cámara, y siguió cayéndose durante todo el día como un loop interminable en las pantallas de todos quienes reprodujeron su vulneración de derechos: partiendo del propio vocero presidencial que publicó el clip, para festejar el chiste del presidente. No el del burro: el de lo infalible para el desmayo que es mencionar al socialismo, de lo que estaba hablando en el momento del incidente.

¿Valió la pena la hora y media de discurso? El hilo del mensaje de inicio de ciclo lectivo no fue la política educativa con la que va a mejorar la formación de niños y jóvenes, no. Fue una sucesión de anécdotas personales para decir que la escuela, esa escuela, lo formó en valores. Las demás no. Las demás son “centros de adoctrinamiento, de contenido rojo, que lavan el cerebro”. Con el desprecio como verdad, menoscaba —el primer día— la motivación de millones de estudiantes que comenzaron las clases; el respeto a miles de docentes que se esfuerzan por la educación a pesar todo, incluido el recorte en sus salarios (este mismo día se suspendió definitivamente el Fondo de Incentivo Docente).

El líder de la movida “con los chicos no” y que no se de educación sexual en las escuelas, trajo a su discurso, además del burro, el tema del aborto: “Asesinos de pañuelos verdes”, puso en foco mientras intentaba homologar el concepto de déficit fiscal con una juerga de abuelos que pasan la factura a los nietos. Entre sus highlights, porque se jactó de no leer discursos, subestimó la prestigiosa calidad de la Universidad de Buenos Aires al decir que allí “deben pensar que von Mises es el 9 de Holanda” y denunció a una profesora de la Universidad de Belgrano por confrontar las ideas de su tiktoker personal, alumno de esa casa.

“¿Se entendió el chiste, no?”, preguntó el Presidente cuando se comparó con el burro. En cualquier situación homologable, un docente que nos quiere y nos orienta, nos propone repensar, revisar y recomponer cuando nos equivocamos. Eso pasa en la escuela. Acá, en cambio, hubo risas y aplausos, vivas y gritos. Lo mismo un burro que un gran profesor. El verdadero chiste de mal gusto con el que empezaron las clases.

Publicado originalmente en Suma Política

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